
Hace tiempo un tipo me dijo: “Yo no voy al cine, yo devoro libros”. Le sonreí, y luego le dije, “ah, muy bien”. Después me di la vuelta y busqué algo que beber. Estábamos en una fiesta de cumpleaños y daba vueltas sin saber muy bien dónde situarme. Creo que no comprendí qué quería decirme con aquella vehemente afirmación, tampoco hay que buscarle tres pies al gato. A veces uno busca mensajes ocultos donde no los hay, supongo que por hallar algún sentido al mensaje recibido. Para decirme que lee libros no necesita acotarme su indiferencia para con el séptimo arte.
Hace tiempo yo le dije a un colega: “Estoy leyendo a Lovecraft, es genial” Él me contestó: “Yo no tengo tiempo para esa clase de literatura, ahora estoy leyendo a los grandes, estoy con Dostoievski” Yo ya los había leído, y ahora, a la inversa que él, me divertía.
Hace ya no tanto tiempo alguien me dijo: “Sí que me gusta ir al cine, voy de vez en cuando, pero yo sólo voy al cine Renoir”
Aquí en Palma de Mallorca los cines Renoir ofrecen por lo general un cine alternativo, de difícil distribución, con un público más restringido, a veces, sólo a veces, más exigente con la oferta cinematográfica que nos llega de todos lados, lo que es un decir, porque casi todo llega de los Estados Unidos. Y muy importante, las películas llegan en su versión original, con subtítulos en castellano. Al respecto reconozco que hoy por hoy la entrada es más cara en este cine que en cualquier otro, (¿por la escasez de clientes tal vez?). Para colmo cada vez con más frecuencia las películas exhibidas en este cine son las mismas que uno puede encontrar en un cine sin la distinguida tradición social que lo caracteriza.
Lo que sucede con esta clase de cines es que algunas personas, aquellas que consideran que todo en la vida es colgarse etiquetas y medallas, han decidido renegar del cine en general para acuñarse la bendita medalla intelectual que parecen merecer al no dignarse a pisar cualquier otra sala comercial. La puntualización, “yo voy al cine, pero sólo al Renoir”, parece querer transmitirnos un mensaje, tal vez que su categoría intelectual, comprometida (con lo que sea), le impide acercarse a la taquilla venenosa de las grandes salas donde se exhiben productos de la talla de Di que sí con Jim Carrey, o Transformers. En mi caso nunca ha sido un problema meterme en un cine a ver La salchicha peleona con Chris Farley, o Andrei Rublev de Tarkovski (aunque creo que, para ser sincero ahora sería algo más reticente a pagar por la primera) Más allá de la valoración que luego le quiera dar a cada una, y la impronta que hayan dejado en mí. El CINE con mayúsculas abarca mucho más que las diminutas consideraciones pretendidamente esnobs de algunos que ven en el cine una forma más de demostrarnos su posición social, intelectual, política. En los noventa comenzó a ponerse de moda el rollo este de hacer uso del “cine” marginal" como excusa para poder adoptar la petulante pose cara a los demás, como venía haciéndose antes con la literatura o la pintura. Estos “zapateros remendones” que alardean de Renoir son personas por lo general sin nada que contar, que consideran distinguido hablar de oídas, de lo que dicen otros que en su opinión tiene mayor validez que lo que puedan decir ellos, y que sólo puede provenir, en este caso, de las películas proyectadas en las salas del cine Renoir. Yo también he sido asiduo al Renoir hace ya tiempo, aunque nunca dejé de meterme en cualquier otra sala de cine si venía a cuento. No digo por ello que al ir al cine Renoir uno sea irremediablemente un esnob, yo mismo voy alguna que otra vez, no, en absoluto, en ocasiones uno puede darse de narices con películas que son más que recomendables, y que asoman tímidamente la cabeza por entre las demás películas, que seguro cuentan con un tremendo empuje por parte de las distribuidoras y la publicidad que las acompaña en general.
Hace tiempo yo le dije a un colega: “Estoy leyendo a Lovecraft, es genial” Él me contestó: “Yo no tengo tiempo para esa clase de literatura, ahora estoy leyendo a los grandes, estoy con Dostoievski” Yo ya los había leído, y ahora, a la inversa que él, me divertía.
Hace ya no tanto tiempo alguien me dijo: “Sí que me gusta ir al cine, voy de vez en cuando, pero yo sólo voy al cine Renoir”
Aquí en Palma de Mallorca los cines Renoir ofrecen por lo general un cine alternativo, de difícil distribución, con un público más restringido, a veces, sólo a veces, más exigente con la oferta cinematográfica que nos llega de todos lados, lo que es un decir, porque casi todo llega de los Estados Unidos. Y muy importante, las películas llegan en su versión original, con subtítulos en castellano. Al respecto reconozco que hoy por hoy la entrada es más cara en este cine que en cualquier otro, (¿por la escasez de clientes tal vez?). Para colmo cada vez con más frecuencia las películas exhibidas en este cine son las mismas que uno puede encontrar en un cine sin la distinguida tradición social que lo caracteriza.
Lo que sucede con esta clase de cines es que algunas personas, aquellas que consideran que todo en la vida es colgarse etiquetas y medallas, han decidido renegar del cine en general para acuñarse la bendita medalla intelectual que parecen merecer al no dignarse a pisar cualquier otra sala comercial. La puntualización, “yo voy al cine, pero sólo al Renoir”, parece querer transmitirnos un mensaje, tal vez que su categoría intelectual, comprometida (con lo que sea), le impide acercarse a la taquilla venenosa de las grandes salas donde se exhiben productos de la talla de Di que sí con Jim Carrey, o Transformers. En mi caso nunca ha sido un problema meterme en un cine a ver La salchicha peleona con Chris Farley, o Andrei Rublev de Tarkovski (aunque creo que, para ser sincero ahora sería algo más reticente a pagar por la primera) Más allá de la valoración que luego le quiera dar a cada una, y la impronta que hayan dejado en mí. El CINE con mayúsculas abarca mucho más que las diminutas consideraciones pretendidamente esnobs de algunos que ven en el cine una forma más de demostrarnos su posición social, intelectual, política. En los noventa comenzó a ponerse de moda el rollo este de hacer uso del “cine” marginal" como excusa para poder adoptar la petulante pose cara a los demás, como venía haciéndose antes con la literatura o la pintura. Estos “zapateros remendones” que alardean de Renoir son personas por lo general sin nada que contar, que consideran distinguido hablar de oídas, de lo que dicen otros que en su opinión tiene mayor validez que lo que puedan decir ellos, y que sólo puede provenir, en este caso, de las películas proyectadas en las salas del cine Renoir. Yo también he sido asiduo al Renoir hace ya tiempo, aunque nunca dejé de meterme en cualquier otra sala de cine si venía a cuento. No digo por ello que al ir al cine Renoir uno sea irremediablemente un esnob, yo mismo voy alguna que otra vez, no, en absoluto, en ocasiones uno puede darse de narices con películas que son más que recomendables, y que asoman tímidamente la cabeza por entre las demás películas, que seguro cuentan con un tremendo empuje por parte de las distribuidoras y la publicidad que las acompaña en general.
3 comentarios:
Como ya comentamos en alguna ocasión, a mi también me gusta el Renoir pero al fín y al cabo, es un cine más como el resto. Sí es cierto (en el caso del Renoir de Mallorca) que está situado en un lugar más "agradable" que los cines construidos alrededor de centros comerciales o de ocio, ya que le rodea una plaza con pequeños jardines, bares al aire libre, etc. e incluso, la taquilla en sí tiene cierto encanto. Eso y algun detalle más seria en mi opinión lo más distintivo del cine. Pero en general, es un cine más. Solamente que allí se estrenan las películas que, o bien por motivos comerciales o intereses económicos, etc. no se estrenan en la mayoría de cines. Porque si esas mismas peliculas se estrenaran en los multicines, yo mismo seria uno de aquellos que iria también al multicine con los amigos a ver la misma película que nos apetece ver a todos. No la super producción que -independientemente de que sea una obra maestra- se proyecte en quince salas, de veinte cuales dispone. (Es exagerado, pero es un decir). Además, estoy muy de acuerdo con lo que has dicho sobre que cada vez el cine Renoir está perdiendo esa faceta tan "alternativa" que parece tener. Supongo que es por el público extranjero residente en la isla. En resumen: Sí, me gusta el Renoir, pero si voy allí es porque está situado cerca de mi casa y porque la película que me apetece ver solamente la proyectan en ese cine. No me importa si está en V.O.S. y, si he de decir algo "snob", reconozco que a veces algunas películas las veo en el Renoir porque en ocasiones debido a que los doblajes en castellano "empeoran" la película, prefiero verlas en su idioma original. Un ejemplo rápido que me viene a la cabeza seria "Brother, de Takeshi Kitano", porque su doblaje en castellano le hace perder completamente el sentido a la peli. Y no creo que lo que acabo de decir sea algo "snob". Hagan caso a la opinión de Gabriel Arrom los que lean el blog y dejénse de tonterías, disfruten del cine y punto. Sea con los clasicos de los años 60 como si son aficionados al cine de Jean Claude Van Damme. El que se equivoca es el que aparente o "predica de lo que no sabe", no aquel que es uno mismo. ¡Buen blog! :-)
Hola John, bueno, lo del Renoir sólo pretende ironizar un poco con aquellas personas esnobs que aunque parezca mentira y suene a chiste tienen actitudes condescendientes con otra clase de cine. No sabía que ibas tanto, de todos modos yo fui al Renoir ayer, y la verdad es que me parecen algo incómodos los asientos.
Como he dicho anteriormente, voy en ocasiones muy contadas. A) Si la peli ÚNICAMENTE la proyectan en ese cine. B) Si por horario o distancia me va mejor ir allí. El sábado fuí con Juan Carlos y unos amigos suyos al Renoir a ver "El Luchador" (¡me encantó!) pero, guiándome por los folletos que cojo cuando veo pelis allí, las dos últimas películas que vi fueron "Cosas que perdimos en el fuego" y "Mil años de oración" y éstas dos eran de abril o mayo del año pasado. Y si vi alguna más después de éstas dos, no la recuerdo. Y teniendo en cuenta que casi cada fín de semana vamos todos juntos al cine, la proporción de veces que he ido al Renoir es ínfima. Eso sí, a favor de ir al Renoir es el asunto que comentaba del doblaje. Mickey Rourke por ejemplo, su voz original concuerda perfectamente con el tipo de personaje que interpreta (¡ojo!, si la voz del trailer castellano es la misma que la de la peli doblada, también le pega bien). O para un caso contrario, el de Clint Easwood cual con su voz original, es inferior a la de Constantino Romero. Pero sí es cierto que a veces los doblajes hacen perder el sentido de según que películas. En la de "Brother" que dije antes, Kitano interpreta a un mafioso japonés que, debido a una serie de acontecimientos, se ve obligado a huir del país para encontrarse con un familiar que vive en EE.UU. y Kitano, no sabe ni una palabra en inglés. Cuando éstos se encuentran, él sigue hablando todo el tiempo en japonés (el espectador tampoco entiende nada ya que no está subtitulado) y su familiar va traduciendo a todas las personas de su alrededor lo que él está diciendo. Pues en la versión doblada en castellano, todo eso se pierde ya que todos los personajes están doblados. El argumento no cambia y la história se comprende igual, pero a veces ese tipo de detalles que se escapan, pueden ser importantes para ver una película en toda su plenitud.
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