noviembre 19, 2009

Hablando de reboots y remakes


Los anglicismos son el pan nuestro de cada día en cualquier ámbito de nuestra vida, en el área científica y tecnológica sobre todo, aparecen estos conocidos “préstamos” de la lengua inglesa. Tanto que nos hemos acostumbrado a oír expresiones como tener un feeling, palabras como hobby, bluetooth, la misma palabra blog, link, backup, bestseller, software, topless, tour, videoclip, vip, e-mail, web, zapping, hot-dog, Cd, gay, fast food, password, shopping, etc. De modo que no es de extrañar que de vez en cuando veamos un thriller en el cine, y no una película de suspense, lo mismo que no veamos nuevas versiones, sino remakes. Y ahora también reboots. Y de eso quiero hablar, no de la ingente cantidad de palabras prestadas que hemos adoptado a la hora de hablar, sino de esta nueva moda en el cine de Hollywood, la de recurrir incesantemente a la vaca de los recuerdos para poder exprimir lo que le quede de leche, y seguir así con el tirón comercial que ya obtuvieran en el pasado. ¿Para qué innovar si se sabe que una idea es buena? De ahí la gran cantidad de remakes y reboots hoy día en el panorama cinematográfico yanki. Pero antes dejemos las cosas claras, porque en esto, como en tantas otras cosas, hay bastante de confusión, y luego se montan “unos pollos” de cuidado en los acalorados foros de la red.

Un remake, como la propia palabra indica, es un rehacer algo que ya estaba hecho con anterioridad, y manteniendo un cánon previamente establecida por la primera película, lo que da continuidad a la nueva respecto a la anterior. A bote pronto recuerdo el remake de King Kong, de Peter Jackson, El planeta de los simios, de Tim Burton, Psicosis, de Gus Van Sant – esta última, que no he visto, es simple y llanamente la misma peli copiada plano por plano, lo cual no parece tener sentido en mi opinión. En ocasiones estas revisitaciones de la película original no consiguen tan siquiera llegarle a la suela de los zapatos a la primera, y en contadas ocasiones sí consiguen aportar algo nuevo, sobre todo cuando la película objeto del remake ha quedado desfasada con el paso de los años. Por ejemplo, aunque yo no haya visto la original de 1958 (dirigida por Kurt Neumann) reconozco que muy buena debería ser para igualar, o incluso mejorar el remake llevado a cabo por el director David Cronenberg en 1986 de La mosca, con Jeff Goldblum en el papel del doctor Seth Brundle. Con esto quiero decir que a veces el remake puede valer el esfuerzo, otras veces simple y llanamente carece de interés. El término se ha aplicado sobre todo en el caso de las series de TV que pasan a ser películas, como es el caso de El fugitivo, serie de TV del año 1963, que fue interpretado por Harrison Ford en la versión cinematográfica de 1993.

Un reboot replantea un nuevo cánon, ya lo dice la palabra, es un rearranque o reinicio, una especie de borrón y cuenta nueva. En general para hablar de reboot tenemos que pensar que habrá más de una película, es decir, que habrá secuelas que seguirán el nuevo cánon. Lo que se cuenta olvida de forma consciente cualquier anterior versión, para poder iniciar la historia de nuevo con absoluta libertad. Como le ha ocurrido a Batman Begins, que gracias a Dios pasó totalmente de las anteriores versiones. Desechó la ambientación gótica de las antiguas versiones de Tim Burton (que a mí sí me gustaba), y también el estilo hortera y colorido de Schumacher (que me pareció horrible) La nueva saga iniciada por Christopher Nolan consiguió que olvidáramos algunas de las anteriores e infames películas acerca del hombre murciélago, y por eso se convirtió en un precedente muy importante en esta moda de hacer reboots. La de contarnos la historia desde cero, pero esta vez, se diría, contándonosla de un modo distinto, y pretendidamente mejor. Casino Royale, reboot de James Bond, buscaba distanciarse lo suficientemente del tono de las anteriores veintitrés películas del agente secreto contándonos sus orígenes, y liberando a las nuevas películas que a partir de entonces se hicieran sobre el agente británico. El increíble Hulk, también quería separarse de la anterior película, Hulk, y cambió la historia desde los mismos orígenes del personaje. Lo mismo pasa con la nueva de Star Trek, Get Smart, etc

No tengo nada en contra de los reboots, si son como el de Christopher Nolan, ni tampoco de los remakes cuando estos están justificados de sobra, cuando por ejemplo, la tecnología ha avanzado lo suficiente como para volver a contarnos la historia con medios más adecuados a los nuevos tiempos. O cuando la anterior versión cinematográfica digamos que era más bien flojilla. Claro, los de Hollywood dicen que lo importante no es “lo que cuentan”, sino “cómo te lo cuentan”. Aunque les venga al pelo para sacarse unos milloncejos no les falta razón. No hay nada nuevo bajo el sol se dice, y lo creo. Del mismo modo que hay un montón de representaciones artísticas tradicionales (pintura, escultura, dibujo) que recrean una y otra vez las mismas escenas, los mismos personajes, idénticos momentos, igualmente cada uno de estas representaciones difieren unas de otras, cuando son buenas, y para mí, no pierden interés. Lo mismo pasa con el cine.

Algunas personas en los foros hablan indistintamente de reboots, remakes, y peor aún, olvidan que algunas de estos remakes y reboots son en verdad adaptaciones de obras literarias que las preceden cuya calidad es superior por lo general, y de las que parecen olvidarse. Hace poco leí que Warner Bros había comprado los derechos de la famosa novela de Michael Ende La historia interminable, para hacer una nueva adaptación. Se hizo una película en 1984 de la mano de Wolfgang Petersen, y dos secuelas más que jamás he visto, ni quiero hacerlo. Como lo que quieren es contar la historia desde el principio, es decir, realizar una nueva y más fiel (espero) adaptación de la novela, hablaríamos de un reboot. Algunos se echan las manos a la cabeza horrorizados ante la sola idea. Pero olvidan que el libro original contiene muchísimas más ideas, y es mucho mejor que la versión cinematográfica del año 1984, por mucho que creyéramos que era fantástica en aquel entonces cuando aún éramos unos peques. Pregunto yo, ¿acaso no se han hecho un montón de reiteradas adaptaciones cinematográficas de la obra de Shakespeare? Y nadie dice que éstas sean reboots, claro, porque no tienen secuelas que dependan de la primera, pero tampoco son remakes, porque no rehacen estrictamente otra película anterior, sino que adaptan nuevamente una obra de teatro, o novela originales, que son la verdadera fuente. Con La historia interminable pasa lo mismo, y nadie debería escandalizarse por eso. La obra literaria da para mucho más, la película ni mucho menos cubrió lo que para mí era y sigue siendo esta extraordinaria novela de fantasía. Horrorizarse ante la sola idea del reboot en este caso no le hace justicia a Michael Ende, porque la obra original es de él, y NO de Wolfgang Petersen.

No conozco casi ninguna adaptación al celuloide que pueda considerarse totalmente fiel al espíritu de la obra literaria. En cualquier caso, aunque sí haya buenas películas que adapten buenos libros, por lo general éstas se dejan demasiadas cosas en el tintero, dada la vastedad de la novela que versionan, llegando en muchas ocasiones a diferir lo suficiente como para que se hagan nuevas adaptaciones cinematográficas. Pero ese es otro tema del que hablaré en otra ocasión.

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