febrero 23, 2010

Imaginando el futuro de las salas de cine



Hace unos días, un profesor comentó que las salas de cine no estaban adaptándose bien a la nueva era 2.0. Algo así como el negocio de las enciclopedias o las discográficas, que cada vez más enfrentan la extinción.

Ignoro en cuánto ha descendido la ocupación de las salas en España, pero si doy por cierto que el hecho se ha tornado preocupante porque la gente prefiere ver las películas en casa, porque es fácil descargarse cualquier película de Internet y porque además el precio de una entrada de cine ha subido espectacularmente en relación al sueldo medio español me pregunto ¿cuál será el futuro de las salas de cine?

Y a partir de aquí sólo me dedico a elucubrar: ¿seguirán integrándose en grandes cadenas internacionales hasta desaparecer? O tal vez se “rediseñen” para adaptarse a nuevas formas de ocio más acordes a las necesidades.

Yo apuesto por convertirlas en un servicio de “cine en casa” al alcance de todos.
Así si a algunos nos gusta el trailer que vemos en youtube o en la tele, me imagino quedando con mis contactos de facebook (algunos lo harían por twitter) para ir a ver una película que nos ha interesado y fijar el horario entre nosotros, alquilando la sala de cine como si fuera una de estas fotos, con palomitas y sonido espectacular y 3D solo para nosotros. El servicio nos permitiría retroceder y adelantar la película si alguien se perdió algo o queremos ver un detalle en cámara lenta en el momento.

Para los “Losties” (seguidores de la serie Lost) que estamos en la última temporada ver el último capítulo en vivo en una sala de este tipo sería algo por lo que vale la pena pagar por ejemplo. Así también puedes comentar el capítulo nada más salir del cine.

En general, tanto en la música como en cualquier forma de ocio nos estamos acostumbrando a tener lo que queremos cuando y como queremos y además lo más barato posible. La sala que quiera sobrevivir tendrá que ser la más flexible: dejarnos llevar comida, bebida, ¡parar la película si uno quiere ir al baño...

Además se me ocurre que podríamos comprar el DVD o BlueRay justo después si nos dieran la opción con descuento, porque muchos de los que disfrutamos con una película en el cine, luego somos más propensos por instinto coleccionista a comprárnosla para casa, aunque luego no la veamos en un año... :)

Lo bueno de todo esto es que cada vez más se premia el mejor producto y con eso ganamos todos. Me explico: actualmente si una película es mala, poco tiempo tendrá en las salas, y si es buena, la propia demanda permite que esté más tiempo en “cartelera”. Con películas “a la carta” en las salas, podrían relanzarse clásicos si a suficientes personas les interesa. No haría falta esperar la decisión de un estudio.

Incluso me imagino llegar al cine con algunos amigos sin saber qué ver, como a veces pasa, y una vez dentro tener la opción de elegir qué quieres viendo el trailer de lo que haya disponible, incluso películas que no sean estrenos. “Solo” tendrían que hacer las salas de menos capacidad (máx 20) manteniendo la atmósfera y el tamaño de la pantalla (por supuesto), y cobrar no por persona sino por “servicio de sala por hora”, que se repartirá entre toda la gente que se apunte.

Todo es especulación, pero ¿quién sabe?

febrero 02, 2010

Inspiración en el cine



Después de varios meses he encontrado algo que por fin me motive a escribir un nuevo post, la inspiración me vino con la película Invictus.

Invictus es la típica historia que si nos la cuentan como documental nos quedaríamos dormidos. Nelson Mandela intentando hacer de Sudáfrica un país sin división racial es una historia real, así que no hay sorpresas para el que esta informado. Contar una historia ya conocida de manera interesante es de por sí un logro. Además de esto, contarla, ganar dinero con ello y transmitir un mensaje inspirador creo que es la excepción a la regla.

Eastwood nos cuenta cómo se llevó a cabo una estrategia de marketing social con maestría. El objetivo: lograr que blancos y negros, divididos por años de apartheid encuentren un punto en común para empezar a sentirse parte de un solo país. Nelson Mandela utiliza una marca ya existente, la de un equipo de rugby nacional. Asume el reto de hacerla visible, apetecible para los ciudadanos negros que antes la repudiaban. La hizo crecer a través de comunicación positiva, acciones de responsabilidad social y un buen producto: nadie quiere ser parte de un equipo que pierde. Y el hilo de toda la historia es un mensaje de perdón y fortaleza de espíritu, transmitido a través de un poema corto pero cargado de emoción, y personificado en el propio Mandela (interpretado por Morgan Freeman).

Son muchas las películas que nos entretienen por dos horas y casi en cuestión de minutos nos hemos olvidado de lo que hemos visto. Las menos son aquellas que por alguna razón mencionamos cuando nos preguntan “¿cuál es tu película favorita?” en los perfiles de Internet. Construyendo sobre una idea anterior, creo que podríamos clasificar las películas entre aquellas que inspiran a través de historias que apelan a valores humanos y aquellas que después de entretener nos dejan el vacío de una historia irrelevante más.

Por su capacidad de transmitir el “factor humano”, la recién estrenada película de Clint Eastwood ha sido para mi la mejor con diferencia desde Ponyo en el Acantilado, y eso a pesar de Avatar, que sigue rompiendo en taquilla ofreciendo por supuesto muy buenos efectos especiales pero una historia más bien normalita desde mi punto de vista. Y es que a veces algunas buenas imágenes no valen más que mil palabras.

Para los interesados, os dejo con el poema que cita la película, en su versión en inglés de William Ernest Henley:

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find, me unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate:

I am the captain of my soul