octubre 08, 2009

Cine 3D estereoscópico - Parte 1


Dentro de pocos meses se estrenará en los cines la nueva película de James Cameron, el reputado director de Titanic, titulada Avatar

Este nuevo proyecto supone en la carrera del director un sueño hecho realidad, la de poder exhibir en la gran pantalla con el nuevo formato digital 3-D estéreo una película de ciencia ficción, género que tanto le gusta. James Cameron es todo un experto en esto del formato digital 3-D, y al respecto se le hizo hace unos meses una exhaustiva entrevista, muy interesante aunque densa en ocasiones dado el carácter técnico.

A quien más quien menos eso del 3-D ya debe comenzar a sonarle, aunque todavía haya confusión en los términos. Porque no es lo mismo hablar del nuevo “formato 3D estéreo”, que hablar de “imágenes hechas con 3D”. Ya nos hemos acostumbrado a ver en el cine imágenes comúnmente llamadas 3D, como es el caso (aunque no es el único) de las películas de animación de Pixar Animation, que han dejado un poco de lado el formato tradicional, diríamos “a lápiz”, de los dibujos animados de toda la vida ─ aunque sigan haciéndose películas tan maravillosas como Ponyo en el acantilado de Miyasaki ─ En este caso el 3D del que hablamos debe su nombre al programa informático capaz de trabajar creando figuras y objetos tridimensionales ─ en los tres ejes, altura (y), anchura (x), profundidad (z) ─ y que profesionalmente se denomina CGI (Computer Generated Imagery), para poder distinguirlo de esta nueva experiencia cinematográfica que se nos viene encima, la experiencia del 3-D estéreo. Y que tanto confunde a algunos.

La nueva visión estereoscópica 3D en los cines trata de simular la visión que tenemos los seres vivos a través de los ojos, produciéndonos la sensación de tridimensionalidad cuando el cerebro procesa dos imágenes planas (imagen 2D) desde cada uno de nuestros ojos. Los seres vivos disfrutamos de una visión tridimensional fruto de la evolución, necesaria para poder realizar cualquier actividad cotidiana y de este modo no caernos al caminar, por ejemplo. Es la ilusión de “profundidad”, cada uno de nuestros ojos percibe las imágenes de un modo algo diferente al otro, y el cerebro luego se las apaña para construir una imagen con profundidad (en 3D), y así es como vemos la realidad. Evidentemente, cuando vemos una película en una pantalla de cine, o en la televisión, la imagen acaba siendo plana (no tiene profundidad), y no la percibimos como algo real. La película que vemos en la gran pantalla nunca deja de ser algo “irreal”.

Obviamente el cine es ficción, todo es una ilusión, los personajes no son tales, son actores interpretando su papel en escenarios construidos con el propósito de recrear la ficción. El cine es una mentira creíble, y cada vez más dada la rápida evolución de los efectos especiales. Esta “credibilidad” permite que el espectador participe en mayor medida de la experiencia cinematográfica proyectada, ayudando de este modo al mayor dramatismo de la historia que se nos cuenta, que creemos que “de verdad está pasando”.

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