Críticos de cine. ¿Quiénes son ¿ ¿Cómo son? Me puse a pensar un rato y como en una epifanía la imagen se me apareció clara y concisa, un tipo de físico descuidado, con enormes gafas con dioptría culo de botella y con algo de joroba hurgaba entre sus papeluchos, las chorrocientas mil revistas dedicadas al cine, Cahiers du cinéma, o Dirigido por, y cientos de películas en VHS se amontonaban sobre la estantería, que se tambaleaba sobre la mohosa pared que la sostiene a ella y al póster de la película Sérpico, sujeto en la pared con papel celo. Un pequeño flexo ilumina la abarrotada mesa donde el crítico apoya la Cánon Typestar 110. Un sucio calendario de la película Blade Runner, marca la fecha 1986, aunque ésta no fuera la fecha de su estreno. Pues sí, la alumbrante visión colmó mis asperezas para con la nueva ola de críticos de qualité que aterrizaron allá por los años noventa, y los críticos del nuevo milenio. Aquel tipo marginal que se esconde en la diminuta buhardilla escribe pensando en aquel suculento chuletón de Aranda de Duero, acompañado por un vino Ribera de Duero, y en lo pobre y seco que resulta el bistec de cerdo que yace sobre el plato, mientras que bebe vino Carrefour. Con esto quiero decir, que este intelectual cinematográfico sabe distinguir un buen film de un cagarro de película. Él probó el chuletón, degustó el buen cine, él amó al cine, y no se vendió, y por ello no dijo tonterías. Tampoco le pagaron mucho por hablar de ello. Pero en los noventa aterrizaron los cuatro amiguetes que se las dieron de modernos, que hablaron de cine en una década cinematográficamente lamentable, que se dejaron perilla, llevaron enormes gafas de pasta negra sin tener dioptrías y se codearon con las estrellas, en los Festivales de cine. Éstos ya no escribían en diminutos cuartuchos donde apenas había espacio para la Cánon Typestar 110, no, éstos ya tenían espaciosos apartamentos, donde se dejaban llevar por la novieta que les decía que Brad Pitt era muy guapo, para que constara en la crítica de turno. La créme de la créme bajo la sombra del Grupo PRISA, y que parecían y parecen aún comunicarse exclusivamente entre ellos y nadie más. Lo pedante rallano con el más puro bluff acecha a cualquiera que desee adentrarse en el ortopédico terreno de la crítica cinematográfica.
En 1997, y gracias a internet, surgió por vez primera la idea del Weblog, el blog. Un medio a través del cual se puede dar a conocer la información deseada a través del ciberespacio. La mayoría utiliza estos espacios personales a modo de diario personal, en los que se nos narran las mil y una anécdotas, aburridas o no, del día a día de la persona creadora del blog. Pero los blogs sirven también para transmitir un conocimiento concreto y poder hacerlo llegar a cientos e incluso miles de personas. Estos blogs pueden utilizar enlaces a otros blogs o portales webs en los propios posts (entradas de información con fecha de publicación y que se organiza de forma automática), de manera que la información se multiplica, y al final el imbricado de conexiones se hace inabarcable. La oportunidad de transmisión de conocimiento nos permite compartir lo que sabemos o creemos saber, de un modo más rápido e inmediato. Y lo más increíble es que al escribir en internet el contenido puede llegar a cualquier persona de cualquier parte del mundo. Los blogs parieron a estos nuevos cibertransmisores del conocimiento, y no al revés, y éstos crearon el gran bluff (un engaño, una bravata, pura apariencia). Hablando de “críticos cinematográficos”, ¿de dónde viene el conocimiento transmitido por estos críticos de cine en el nuevo milenio? ¿Qué valor tiene? Los nuevos escritores de críticas cinematográficas, en general son meros reseñadores de cine, gente que sobre todo habla acerca de las películas que han visto, que desea compartir su afición con los demás, y cuyos criterios a la hora de calificar la calidad de la obra pueden ser más o menos afortunados, pero nada más. Es inútil intentar convencer con razones vacías, por lo que he podido ver en general, a los demás. Este bluff cinematográfico nos sirve de guía, es opinión cuando no pretende nada más, que no llega a “verdadero pensamiento” muchas veces. En palabras de T.H. White: “Las opiniones son callejones sin salida”, y “las discusiones” originadas en los comentarios a los post en este caso “son una exhibición de fuerza mental, son un hacer esgrima con argumentos no para obtener la VERDAD, sino la victoria.” Es curioso que sin embargo los blogs le deban gran parte de su éxito a los comentarios que se derivan de los mismos posts, estableciendo una relación directa entre los lectores y el escritor. Lejos están los tiempos en los que sólo unos pocos podían hablar con pretendida autoridad acerca de algunos asuntos. Creo que muy pocos de los que nos consideramos “críticos de cine aficionados” hayamos probado realmente un buen chuletón de Aranda de Duero como para poder discernir lo bueno de lo malo, pero al menos, podremos compartir nuestra visión particular con esa increíble masa de cibernautas que se pasean diariamente por la red regalando conocimiento...o desconocimiento. Es la paradoja de este gran bluff a que nos lleva la devaluación de la información cuando ésta proviene de tantas y tan diferentes fuentes.
En 1997, y gracias a internet, surgió por vez primera la idea del Weblog, el blog. Un medio a través del cual se puede dar a conocer la información deseada a través del ciberespacio. La mayoría utiliza estos espacios personales a modo de diario personal, en los que se nos narran las mil y una anécdotas, aburridas o no, del día a día de la persona creadora del blog. Pero los blogs sirven también para transmitir un conocimiento concreto y poder hacerlo llegar a cientos e incluso miles de personas. Estos blogs pueden utilizar enlaces a otros blogs o portales webs en los propios posts (entradas de información con fecha de publicación y que se organiza de forma automática), de manera que la información se multiplica, y al final el imbricado de conexiones se hace inabarcable. La oportunidad de transmisión de conocimiento nos permite compartir lo que sabemos o creemos saber, de un modo más rápido e inmediato. Y lo más increíble es que al escribir en internet el contenido puede llegar a cualquier persona de cualquier parte del mundo. Los blogs parieron a estos nuevos cibertransmisores del conocimiento, y no al revés, y éstos crearon el gran bluff (un engaño, una bravata, pura apariencia). Hablando de “críticos cinematográficos”, ¿de dónde viene el conocimiento transmitido por estos críticos de cine en el nuevo milenio? ¿Qué valor tiene? Los nuevos escritores de críticas cinematográficas, en general son meros reseñadores de cine, gente que sobre todo habla acerca de las películas que han visto, que desea compartir su afición con los demás, y cuyos criterios a la hora de calificar la calidad de la obra pueden ser más o menos afortunados, pero nada más. Es inútil intentar convencer con razones vacías, por lo que he podido ver en general, a los demás. Este bluff cinematográfico nos sirve de guía, es opinión cuando no pretende nada más, que no llega a “verdadero pensamiento” muchas veces. En palabras de T.H. White: “Las opiniones son callejones sin salida”, y “las discusiones” originadas en los comentarios a los post en este caso “son una exhibición de fuerza mental, son un hacer esgrima con argumentos no para obtener la VERDAD, sino la victoria.” Es curioso que sin embargo los blogs le deban gran parte de su éxito a los comentarios que se derivan de los mismos posts, estableciendo una relación directa entre los lectores y el escritor. Lejos están los tiempos en los que sólo unos pocos podían hablar con pretendida autoridad acerca de algunos asuntos. Creo que muy pocos de los que nos consideramos “críticos de cine aficionados” hayamos probado realmente un buen chuletón de Aranda de Duero como para poder discernir lo bueno de lo malo, pero al menos, podremos compartir nuestra visión particular con esa increíble masa de cibernautas que se pasean diariamente por la red regalando conocimiento...o desconocimiento. Es la paradoja de este gran bluff a que nos lleva la devaluación de la información cuando ésta proviene de tantas y tan diferentes fuentes.
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