junio 21, 2009

De héroes y villanos.


¿ Quién de nosostros, cómodamente sentados en una butaca en el cine o en el sofá frente al televisor, no sabría distinguir al “héroe” del “villano”, incluso cuando éste no se pasea disfrazado con unas mallas y una máscara? Hoy por hoy la cultura visual resulta demasiado invasiva en cuanto a pensamiento y cualquiera de las acepciones que queramos buscar al término “héroe” acaba pasando en mayor o menor medida por el filtro que suponen tanto la televisión como el cine; sobre todo para los más jóvenes, aquellos que son aficionados a la mitología de los superhéroes.

Pero de hecho si unos cuantos de nosotros tratáramos de buscar una definición del término “héroe” podríamos acabar descubriendo que nuestra opinión difiere de la de los demás. Las diferencias entre unos y otros tal vez se deban a las dispares concepciones que tenemos acerca de lo que para nosotros es “el Bien y el Mal”. Concepción que dependerá en realidad de una de las muchas éticas, laicas o religiosas, que justifican nuestros actos. Lo que no hay por lo general es COHERENCIA con una determinada ética. Para bien o para mal eso sucede casi de forma exclusiva en la ficción heroica de los superhéroes (héroes con poderes especiales), donde los villanos saben ser coherentes con su ética in extremis egoísta, y se saben malos. Los villanos no tratan de disfrazar su maldad, al menos de cara a los héroes, que también son coherentes con los principios éticos que mueven sus actos.

Los superhéroes hallan su justificación en un mundo cuyos valores son la culminación de un proceso histórico y cultural que han llevado a que mayoritariamente sean aceptados como buenos unos principios éticos concretos. El egoísmo innato, biológico, que nos impulsa a proteger los propios genes frente a los demás ha evolucionado, y de proteger al propio clan, la familia, los amigos, la propia tribu, a través de la empatía, y sobre todo la compasión a la que ésta nos conduce, ha llegado en su forma más sublime y evolucionada a comprender que la humanidad entera es nuestra tribu. Y en vez de recurrir a la competencia destructiva los verdaderos héroes eligen la cooperación. Los superhéroes de los cómics renuncian a hacer un abusivo uso de sus poderes en pos de la cooperación, y para salvaguardar la paz. Los actos de los villanos hallan su justificación en una ética basada en el egoísmo extremo, un egoísmo evolutivo en el que cada ser humano es un mero organismo que busca su propio bienestar a expensas del de los demás. Para los que estén interesados en profundizar en el tema, os recomiendo ver el vídeo de Philip Zimbardo, que trata sobre el concepto del “Mal”. El ejercicio del PODER para intencionalmente: dañar (psicológicamente o físicamente) y/o destruir (mortalmente) y cometer crímenes contra la humanidad.

En el caso de las mitologías o cualquiera de las fantasías heroicas y ficciones que hayamos inventado, la diferenciación entre los héroes y los villanos resulta obvia. Porque éstos son coherentes, y en el caso de los superhéroes como Superman, Spiderman, además cuentan con poderes extraordinarios. No podemos considerarlos modelos reales a imitar, aunque yo sí creo que su total honestidad con respecto a la ética de la que penden sus hazañas heroicas, sea verdaderamente un ejemplo a imitar para todos nosotros.

Antes os he mencionado al profesor Philip Zimbardo y su concepción del “Mal”, pues bien, Zimbardo también nos recuerda que a partir de la comprensión del Mal podemos entender a los héroes. “La misma situación que puede inflamar la hostil imaginación en aquellos que se transforman en perpetradores del mal puede también inspirar la heroica imaginación de otros de nosotros, o acabar en el caso de mucha gente con la pasiva culpabilidad por el mal de la inacción, (aquellos que siguen el consejo de mamá de no meterse en los asuntos de los otros y preocuparse uno de los propios asuntos, cuando en realidad la Humanidad debería ser “nuestros asuntos”)"

Según Zimabardo la banalización” del Heroísmo lleva a que gente ordinaria sea capaz de tomar decisiones morales extraordinarias en ciertas situaciones. La mayoría de quienes se erigen como héroes para la sociedad emergen sólo en situaciones particulares, inesperadas, en el quehacer diario. Deberíamos pensar en nosotros mismos como en héroes potenciales, “héroes a la espera”, y así ser capaces de actuar cuando la situación lo requiera, defendiendo nuestros ideales o principios morales. “Los héroes son gente ordinaria cuya acción social es extra-ordinaria, que actúa cuando otros son pasivos, que se desquitan del EGO-centrismo en pos del SOCIO-centrismo".

En la película de animación Kung Fu Panda. El protagonista, Po, es un panda hijo de un cocinero de fideos, que sueña con convertirse en el Guerrero del Dragón una vez adquiera el pergamino del Dragón, que contiene el secreto del poder ilimitado. En realidad el pergamino está en blanco, porque el poder ilimitado está dentro de nosotros mismos. No necesitamos tener superpoderes para ser verdaderos héroes. Como ya he dicho antes, creo sinceramente que si somos capaces de hacer de nuestra vida un camino coherente con nuestros principios entenderemos lo mucho que de heroico tiene el asunto a veces, inmersos como estamos en una sociedad empeñada en relativizarlo todo para mejor justificar el Mal, y poder de este modo huir de la insalvable y molesta realidad que nos recuerda a cada momento lo que somos, “Héroes” o “Villanos”.

Vía la web TED.com he hallado un blog bastante interesante que lamentablemente esta sólo en inglés por ahora: The Hero Workshop. En la web se debate el trasunto este de los héroes y nos ponen algunos héroes como ejemplo de heroicidad real o ficticia, incluyendo aquella de las películas: si se trata de un héroe vacío como Wolverine o uno real como el capitán Kirk en Star Trek.

Más allá de la ficción mitológica, y demás fantasías infantiles, y de acuerdo a una ética que coopera, compasiva, derivada o no de una moral religiosa, nuestros actos deberían ensalzar la unión de los individuos en pos de unos valores superiores, para que entre todos pudiera haber confianza, y por tanto transparencia donde pudiéramos hallar consuelo, amor para poder perdonar, y respeto. La heroicidad no es exclusiva de unos pocos. Nuestros actos deberían tender a imitar esas condiciones supremas, ejemplificadas de manera excepcional (y extraordinaria) en los grandes héroes tradicionales que la historia nos ha dejado, Luther King, la Madre Teresa de Calcuta, Mahatma Gandhi, etc, que actúan sacrificándose por un ideal superior.